sábado, 5 de septiembre de 2015

Medellín era una Fiesta

Aún no entiendo bien la historia de Medellín. En la entrada anterior se cuenta todo lo que fue, y si bien, es lo que muestra el museo de la memoria, mezclada con otras memorias particulares de los residentes de la violencia. Medellín muestra otra realidad. Quizás sea la vergüenza de un pasado que los condenó y estereotipó a todos, o quizás fue que la fiesta siempre existió pese a la violencia.

Hoy Medellín vive cada día en la espera de la próxima fiesta, y no es dificil encontrarse con una. Nosotros llevamos 1 semana y ya hemos participado de 3 (y sin buscarlas) Cada concierto, exposición, junta educativa, junta de amigos y reunión de abuelos, se convierte en una fiesta gigante. No se sabe de donde pero emergen por todas partes los vendedores ambulantes, primero venden cerveza, a los 10 minutos llega el Guaro (la aguardiente con anís) y a la media hora aparece la Vareta. El precio no sube significativamente al de un supermercado. El guaro pasa de 15 mil a 20 mil, pero con servicio a domicilio, en el momento preciso en que se necesita. La Vareta, pasan los cigarrillos a 2 por 2 mil. Que sería así como dos por 500. 
Esto es útil para la fiesta pero no fundamental. De todos modos la gente baila en las calles, grita eufórica, El punk y los metaleros, se sacan la polera para bailar salsa. El policia se toma un trago de la botella del mendigo, el político debe bailar para vender votos, y todos se olvidan de todo. Acá la música es la fuente de la vida y no hay nadie que se quede fuera. Es por eso que acá las mujeres, aunque en cuerpos robustos, su cintura aún es flexible y desatrofiada, es por eso que los hombres son tan esbeltos, pese a los grandes platos con arroz fréjoles y maduro frito. Es por eso que todos, a pesar de la violencia vivida, se quieren tanto. Porque el baile y la música siempre los vuelve a juntar

Hoy caminar por Medellín es como caminar por un hermoso cementerio lleno de colores y risas.

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