domingo, 22 de diciembre de 2019

teníamos que quemar la ciudad

Teníamos que quemar la ciudad
ella nos ha vigilado, nos ha cuadrado y ha visto llorar
corriendo al trabajo, angustiados por la prueba,
paqueando las plazas con cimarreros y el que se fondió el queso en el supermercado
la ciudad fue su gran escenario y las cámaras así lo registran
teníamos que quemar la ciudad
por donde marcharon los pacos haciéndole culto a sus armas
luciendo con orgullo la bala que luego me atravesó un ojo
con un drone dando vueltas sobre mi, por pobre, por mujer, por mapuche
la ciudad y el lenguaje fueron sus grandes inventos y nunca nos pertenecerán
aunque lo reivindiquemos, aunque nos sirva para hacer poesía de la destrucción
teníamos que quemar la ciudad para que las bacterias ya hayan convertido un bosque para cuando nazcan mis nietos
para que vuelvan los lobos, y la muerte ocupe el espacio que perdió
para que nos demos cuenta que nuestra carne es sólo fertilizante
habrá que ponerle fuego porque fue el primer descubrimiento y será el ultimo de la humanidad
porque todo nace y todo muere, y las máquinas no nos entienden.

22- 12- 19

Hace 30 años que el futuro no llega
detenidos en una nada
absurda, brillante y de cemento
hemos sido usados como bala
nuestra sangre convertida en pólvora e incrustada en la carne del hermano
las esperanzas se pierden aunque nunca existieron
estudiamos, marchamos y cantamos según decretó el conquistador
y no pensamos, sino, desde su semejanza
Hemos sido engañados
y en su lenguaje comprendimos el engaño
y hoy luchar es mantener siempre su voluntad
que se hace en el cielo como en la tierra y el mar
un mal dios nos ha dejado condenados para la eternidad
la tierra de nuestros antepasados descansa en paz bajo el cemento
los árboles talados, las casas quemadas y la cosmovisión reconvertida
Ya no importa morir