sábado, 5 de septiembre de 2015

La conceptualización de un viaje

Le he dado vueltas a la importancia que tiene un viaje, y no es posible asumirla sino una vez se termine. Por un lado tengo la referencia de mi periodo en Argentina el 2011, y creo que durante mucho tiempo, asumí ese periodo como la escasa libertad que tuve en mi vida. 
En el viaje actual no sé cómo lo asumiré una vez termine. Por un lado, asumo que si termina, seguiré en este viaje por mucho más tiempo, aún en la quietud de mi resguardo. Pero si no paramos, y por el contrario, extendemos el viaje por unos cuantos años más, o incluso no lo terminamos, asumo que tampoco lograré ver la relevancia. Será algo así como dejar de ver la vida en perspectivas temporales, e incluso de análisis, y será algo más parecido a la vida real. Asumir que la vida no es más que lo que se pasa mientras tratamos constantemente de interpretarla. 
Esa ha sido la gran crisis de la vida actual, la crisis del posmodernismo, de la vida ausente de vida, la vida del análisis e interpretación, de cifras, de utilidades, pero la vida sin deconstrucción.
No sé si he aprendido algo de este viaje. No sé si recuerdo un solo lugar como si de verdad lo hubiera conocido. No sé si recuerdo cada experiencia que he pretendido que pretendo que quede grabada en mi memoria como el aprendizaje significativo que realmente es. Creo que he olvidado demasiado, y lamentablemente sigo recordando demasiadas cosas que me enseñaron en la educación formal. Quisiera tener la facultad de reemplazar conocimientos; Olvidarme de la ortografía abstracta, y reemplazarla por las plantas anticonceptivas que solían utilizar los indígenas de la selva de Puyo; Olvidarme de la historia de Adán y Eva y reemplazarlo por las leyendas del origen de la humanidad desde la cultura Tiahuanaco.
Cada día se va perdiendo un centernar de microinformaciones que quisiera recordar. Desde que acá en Colombia se dice rumbear o parrandear, a que el Ñero, puede tener una connotación positiva o negativa según sea el contexto y nivel de confianza entre los interlocutores. Creo que el lenguaje, a pesra de ser el mismo se ve influenciado por la cultura de una manera que aún logro entenderla del todo. Pensando por ejemplo que acá es de costumbre que la gente hable muy fuerte y si tiene una radio, le regale la banda sonora al barrio completo. La fiesta por ejemplo, dentro de Medellín no es algo particular de una fecha, sino que la fiesta es constante y todos quieren adjudicarse el placer de ser el anfitrión. 
Pero esto lo continuaré en otra entrada

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