Me pregunto si soy un cuerpo, disminuido y cansado creo desaparecer de frente a las situaciones cotidianas del capital. Otro cuerpo exige mi tiempo y mi musculatura para sus propósitos. Me observa y analiza según sus requerimientos. Las nuevas tendencias del arte de selección de recursos humanos han incorporado en los últimos 20 años las más modernas estrategias. Qué velocidad usa para entrar, nivel de voz, posición cervical, mira a los ojos al hablar, habla mucho de sí mismo, es jefe o líder. El cuerpo se analiza y mide, hay estándares para ello. Mi voz, compuesta de traumas respiratorios y emocionales de vez en cuando tartamudea, síntoma de inseguridad. Problema simple, fácil de corregir, un fonoaudiologo, sicólogo, neurólogo y algún hobbie como cantar o correr. Su cuerpo puede ser lo que quiera ser, desde un gran abogado hasta un deportista de elitte. De cualquier modo se podría enriquecer, querer es poder, y gente sin piernas ni brazos han logrado cosas mejores que usted que lo tiene todo.
Mi cuerpo inestable, como los de todos los demás, se viste de trabajador, no con overol, sino la semiformalidad de un profesional universitario, deja a un lado sus condiciones naturales e intenta adoptar una postura consecuente a la vestimenta. El cuerpo ha quedado anulado ante el capital, es oculto y bajo esa gran capa de trapos se encoje de frío.
Comenzó hace años la búsqueda y a los 5 años los cuerpos comienzan a usar un uniforme que mutile al sujeto, que lo convierte en masa, se le asigna un número de lista, un número de rut, un número de teléfono, se ordena de menor a mayor en una fila que lo obliga a aprender las primeras instrucciones militares, un brazo en alto, jurando ante la bandera, un himno nacional, un presidente y un militar. El cuerpo rinde honores a los despreciables, se mantiene erguido frente a la basura y su mente es contaminada. La resistencia mayor es la diversión. El cosquilleo de las piernas y el deseo de saltar, correr, gritar y tocar al otro. Es la energía que regula el orden frente al caos, es la fuerza de la naturaleza contra lo normado. El cuerpo emerge y le da vida a la existencia, otro golpe del cuerpo, pero inmediatamente el profesor se comunica con el sicólogo, el sicólogo con las madres, los padres con el neurólogo y al niño le suministran algún regulador de energía. Golpe del sistema.
Crecen los cuerpos encerrados en la educación, similar al futuro empleo, similar a las cárceles, similar a la ciudad de vigilancia. Cada movimiento es regulado, en los tiempos escolares con gritos, en los tiempos libres, con la televisión o internet. El cuerpo se agota y el control se ejecuta desde adentro. Faltará hablar de arquitectura, faltará el urbanismo, el cuerpo queda cristalizado en sus propios temores, en la propia costumbre de la satanización del movimiento. Todo cuerpo no controlado puede ser encerrado, golpeado o medicalizado. Sufrirá terribles consecuencias, desde la expulsión hasta el encierro permanente. Si no lo sabes controlar, será controlado por otros. El cuerpo libre es un peligro, porque es la máquina ejecutante de la transformación material. Todo cuerpo no controlado es un martillo salvaje.
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