Cuando desplazaron a los indigenas Guaranies de la selva Brasilera con el fin de construir una hidroeléctrica, comenzó la pequeña batalla que hasta hoy perdura.
Hoy no piden tierras ni derecho a autonomía política, hoy se conforman con las 170 fosas que permitan enterrar a sus abuelos en el lugar donde habían creido que vivirían toda su vida.
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