“Solo el pueblo salva el pueblo, solo los pueblos salvaremos
a la humanidad y salvaremos la vida en este planeta” fue una de las frases
célebres que Nicolás Maduro pronunció durante la reciente cumbre de Tiquipaya
en Cochabamba, Bolivia. Los aplausos resonaron tan fuerte que llegaron a
entorpecer las conversaciones que se daban en la verdadera cumbre de los
pueblos; En la mesa autoconvocada de los pueblos, donde se ausentó la
autoridad, el atropello, y por supuesto no habían militares armados afuera
impidiendo la entrada a los que no tuvieran invitación.
Mientras Maduro, Correa y Evo alzaban la voz desafiante
anunciando el renacer de la revolución Bolivariana. Mientras se citaba al che y
se hablaba de antiimperialismo y descolonización. En la contracumbre se hacía silencio
reflexionando sobre la terrible situación que viven en este momento los 190 indígenas
que están encarcelados en Ecuador por luchar por sus territorios.
Justo en el momento en que Evo con emoción declamaba “Gracias a los hermanos indígenas,
maestros, campesinos, mineros, transportistas, hemos salvado a Bolivia”, se comentaba en la contracumbre
sobre la espantosa persecución que se está llevando por parte de la policía boliviana
hacia todos los voceros indígenas, que hasta ahora lleva centenares de muertos (sólo
durante el periodo de gobierno de Evo),la intervención de teléfonos, secuestros a familiares
y que sólo en ese fin de semana había logrado encarcelar a 18 personas.
El pueblo emocionado aplaudía a su presidente, claro, el
pueblo previamente seleccionado para que sólo aplaudiera, por supuesto que la policía
con armas le negó la entrada a la agrupación “Mujeres Creando”, pues la
veintena de madres de familia y estudiantes representaban una verdadera amenaza
para el bienestar del público y los expositores. Evo podía continuar su discurso
sin más dificultades que la de unos pocos miserables que gritaban “Grande Evo”.
Entonces orgulloso continuaba “Los latinoamericanos, por principios, deberíamos
de ser anticolonialistas, anticapitalistas”. Pero nadie notaba que cuando
pasaba a la siguiente página anunciaba sus nuevas políticas medioambientalistas
basadas en la construcción de grandes hidroeléctricas, sus palabras eran tan
nobles que casi no se notaba que también se anunciaba la destrucción de ríos y
con ello, la vida de decenas de comunidades indígenas. Del mismo modo tampoco
la gente reparó en sus victoriosos anuncios sobre la estabilidad económica que
la venta de energía eléctrica a grandes multinacionales de accionistas Europeos
y Norteamericanos, para empresas ubicadas en Brasil y Chile, significaba la
negación de energía para las propias ciudades bolivianas.
Del mismo modo, cuando fue el turno de Maduro la gente se
puso de pie para aplaudir frases como “Cambiar el sistema para ponerlo en
servicio de los seres humanos, al servicio del pueblo, al servicio de la
sobrevivencia en el planeta, en la Pachamama ”Sin embargo tampoco se reflexionó
sobre la contaminación que produce la extracción de Petróleo a la Pachamama.
Tampoco se hiso mayor hincapié en el comprador de ese petróleo. Es que no era
conveniente contar que Venezuela, Ecuador y Paraguay son los mayores exportadores
de materias primas a Europa y Norteamerica, pues lo de Antiimperialista se les venía abajo.
La violencia hacia los pueblos no es sólo física, es la
violencia cultural y económica. Se les quita lo que ellos no explotan, pero que
respetan y necesitan, se explota sus cuerpos, y se persigue cualquier tipo de
resistencia.
Durante la cumbre de Tiquipalla quedó claro, lo que siempre
se ha sabido. El estado, sea comunista, socialista o hable de revoluciones,
siempre es y será un grupo de bastardos chupasangre del pueblo
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